Veo hacia afuera, al pleno mundo, donde la gente al sentarse, al caminar, al comer, al mínimo momento de libertad,
usan un celular, como si existieran en este mundo y también allá,
un mundo digital.
En dicho mundo no existe el tiempo, existe el contenido.
No existen personas, existen cuentas.
No existen pensamientos, existen modas.
Dicho mundo intenta llevarse nuestra humanidad,
nuestra presencia,
nuestra esencia,
nuestra fuerza.
¿Y para que?
¿Para convencernos de cosas que no queremos creer?
¿Para hacernos comprar cosas que no queremos tener?
¿Para llevarnos a una vida que no queremos vivir?
Todo porque no nos detenemos a cuestionar.
Y el precio de no pensar… es dejar de vivir.